Para los peronistas llegó el tiempo del "apriete" para encolumnar y el de arriesgarse a saltar el cerco. Puede haber caminos intermedios; hoy mandan esos extremos. Es que la "no reelección" de 2015 pone fecha de cierre a una etapa de liderazgos y abre la puerta a las nuevas oportunidades políticas. En esa línea, en la Nación ya se habla de sciolismo y massismo; y se hablará de "capitanichismo", "zaninismo" y otras rarezas kirchneristas. En Tucumán se seguirán estos "ismos", según el apriete o el riesgo. El alperovichismo es de la primera escuela, graduado en el "modelo" de De Vido, quien no tiene pruritos a la hora de negar recursos nacionales para obras a los que no apoyen al Gobierno nacional. ¿Ideología? Nada. Los "salteadores de cercos", en cambio, olfatean los tiempos de cambios y deciden jugársela, sufriendo las consecuencias de sus decisiones rupturistas. Sergio Mansilla, como intendente de Aguilares, fue el primero en jugársela públicamente por Alperovich. Hoy es senador y mañana, tal vez, candidato a vicegobernador. Ahora algunos se animan a abandonar la vereda del kirchnerismo, que es lo mismo que decirle no al alperovichismo. Algo duro y difícil de digerir para Alperovich, que sólo sabe de gestos de genuflexión. El mandatario debe temer que esto sea contagioso. Su remedio para impedirlo, hoy, es el apriete.
Apriete, el remedio para evitar el contagio